jueves, 27 de enero de 2011

Maniobras de escapismo.



La cabeza ha comenzado a dar vueltas. Los pensamientos, mejor dicho; al igual que las ideas. Chocan entre sí. Es como una peonza, como una montaña rusa. Todo da vueltas.
Gira y gira y gira y gira y gira y nunca se detiene. Qué más dará lo que hagas, si va a seguir en movimiento.
Es, mencionado ya otras veces, como una lavadora. Y los pensamientos, de tanto girar, se terminan clavando como cuchillas. Qué importará que intente llevar a cabo mi supuesta vida, si ellos van a su libre albedrío.
Miles de recuerdos van entonces en mi busca. En momentos así, juraría que me mareo. Y que intento esconderme pero no me sirve de nada.
Aumentan las emociones, todas ellas entremezcladas; todo da lugar a un resultado de confusión del que es un poco difícil salir.
Pero hay tres personas capaces de hacer que se vaya todo con un chasqueo de dedos; así de simple y fácil, sí. Una verdadera lástima que dos de ellas ya no estén y que la otra…que la otra se encuentre en un lugar cargado de tantos malos recuerdos que se me eriza el vello tan sólo de pensar en pisarlo.
Y no. Nunca he conseguido sustituirlas como haría cualquiera. Más que nada porque no sé…o tal vez también porque no quiero.
Así voy por la vida con los esquemas mentales deshechos. Menos mal que a veces aparece en un rinconcito de la inquieta cabecita un botón que dice “pause” y todo se detiene durante unos pocos segundos…y una, para alegría de esos que la rodean y son más que cercanos, deja de quejarse. Que se agradece, claro. 


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