No sabe si será un “de vez en cuando” temporal, pero espera que todo pase más pronto de lo imaginado.
Puede que hoy sea su día tonto, o tal vez su semana tonta, pintado de un tenue gris. Pero no para de pensar en tonterías. Y su cabeza se ha transformado misteriosamente en una lavadora con su programa largo y centrifugado incluido. Sus ojos han tomado complejo de mar, tanta agua y tanta agua sin razón importante.
Le ha dado por columpiarse en falsas evidencias, porque le falta algo y no sabe cómo encontrar la respuesta.
Sea como sea, se ha dicho a sí misma que es momento de un “apaga y quietecita, que estás más guapa”; cremallera en boca y la lengua rota. Ha comenzado, rutina de días grises, a concentrar el frío en manos y pies para anestesiar las ideas y calmar los latidos que se ahogan en la garganta y no la dejan respirar en condiciones. Va a buscar algún abrazo que le de calor.
Y para no perder la costumbre, se ríe y hace como que todo va bien, dándole vueltas a lo más estúpido firmándolo con una sonrisa de oreja a oreja en su cara de boba sin remedio.
Todo, cuando en el fondo tiene repleta la habitación de dudas y se ahoga en pensamientos que se confunden con emociones reencontradas. Se siente polilla…
Se siente el mosquito más tonto de la manada.
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