jueves, 24 de mayo de 2012

El día que ligué por Internet.

Un poquito harta de que mi blog sea mi psicólogo, he decidido contar un poquito acerca de mi vida (que no es interesante ni mucho menos) para ver si así los tres idiotas que me leen dejan de hacerlo. Y, para qué nos vamos a engañar, porque este es mi blog y escribo lo que me da la gana, vamos a ver.


Total. Que anoche, mientras me hacía una orgía con los mosquitos en mi habitación, me acordé del día que ligué por Internet. Bueno, uno de tantos, pero es que ese me llegó hondo.
La que por aquel entonces era mi mejor amiga era muy asidua a meterse en chats de estos malos a rabiar donde te podías encontrar quince mil ochocientos treinta y tres tíos salidos deseando enseñarte la verga; nosotras, como buenas adolescentes de catorce añitos que éramos (inocentes, tiernas, dulces...ya sabéis), nos metíamos para...hacer estudios sobre el comportamiento masculino detrás de una pantalla. Ella quería ser administrativa y yo psicóloga, así que estábamos en nuestro derecho de hacer lo que nos saliera del pokémon.
Un día, aburrida yo en casa porque mi querida amiga se había ido a no sé dónde (¿a hacerse la cera?, yo qué sé), decidí meterme solita (siempre lo hacíamos juntas, que así quedaba más guay, más maduro, más de guarrillas) en uno de los chats para ver si conseguía reírme un rato de tanto desesperado. Así que, ni corta ni perezosa, abrí una ventana en el Explorer (¡en el Explorer!, ¡madre de Dios!), puse el nombre en el buscador, clické y elegí mi nick de siempre: "chica_aburrida" (la otra se ponía "rubita_cachonda" o algo terminado en "69", yo era más simple que el mecanismo de un chupete) y, nada más entrar, ya tenía a ocho desesperados hablándome ansiosos de sacarme de mi estado de aburrimiento.
"Uy, wapa, k tal jejeje tas avuridita en kasika", "ola, vomboncin", "k pasaaaaaaaa" y demás variantes.
A los primeros y a los segundos, que solía denominarlos "Cuadernillos Rubio" por eso de que les hacían falta unos cuantos, los ignoraba a pesar de que siempre, siempre, siempre seguían insistiendo (¿no hay más tías, cabrón?, déjame ya, hombre) y a los que eran tipo el tercero les daba una oportunidad hasta que me preguntaban por mi talla de sujetador.
A la media hora, más o menos, comencé a aburrirme porque hablar con subnormales en soledad no era tan divertido como me parecía al principio, así que pensé que sería mejor cerrar el chat y a tomar por culo, hasta que...
-¡Hola!
¡Coño! Ha puesto "Hola" con dos signos de exclamación y con "h".
*Hola. 
- Jajajaja. ¿Qué tal?
*Ehm...bien, ¿y tú?
Mi extrañeza iba, especialmente, porque me había preguntado por cómo estaba. No era un "¿quieres ver mi pollita, querida?" ni un "¿me enseñas las tetas, preciosa?", no. Era un "¿qué tal?", un "venga, cuéntame tus problemas, o dime de dónde eres...¡lo que gustes!" en toda regla.
El chico en cuestión tenía diecinueve años, era de mi ciudad y se llamaba Ismael (aunque todos lo llamaban "Prety" o "Proty" o algo parecido); estaba estudiando una carrera y se metió al chat para buscar a una amiga suya (ya, ya, ya) que solía frecuentarlo.


Tener diecinueve años y ser un madurito eran sinónimos en mi mente, así que pensaba que hablaba con algo parecido a lo de la foto. Ay, ¡omá! No tenía yo fe.
La conversación con Proty (lo llamaremos así) fue muy simple: un qué estudias por aquí, un qué te gusta por allá, un qué edad tienes por ahí, un dame tu MSN que me agobian las mujercitas salidas de este chat por allí...
Se lo di. Nos tiramos prácticamente toda la tarde hablando sobre Pokémon y demás estupideces que paso de hacer el amago de recordar. Aproximadamente, nos tiramos chateando todas las tardes enteras durante un mes, mes y medio, hasta que mi querida amiga se enteró. Porque no, no se lo había dicho; yo no sabía que eso era un pecado mortal en el mundo de las amigas, por lo que no lo vi como algo malo...pero ella sí. Oh, vaya que sí. ¡Le estaba ocultando mi "romance"!
Nuestra relación estaba ya un tanto desgastada, lo que hizo que ella se sintiese traicionada y pasase a no hablarme durante un tiempo. A mí me daba igual, claro está; yo el bullying en clase lo sufría en soledad (era de las pringadas, sí) y por la tarde tenía a don Proty y a mi querida mallorquina para entretenerme.
La mallorquina fue otra que se lo tomó un poco a mal. Es que claro, yo no la dejaba de lado, pero aún así esas cosas molestan; que de repente aparezca un subnormal de un chat de salidos y te quite a tu nueva amiga del mundo digital no mola. No mola nada. A pesar de que lleves ya casi un año hablando con ella y siempre critiquéis lo mismo, no mola.
Ella mostró su enfado de otra forma: me lo dijo directamente. "Tía, deja ya al Proty, que es muy pesado". Hice caso omiso. "Jo, Proty no es pesado ni un salido, es un chico normal, pobrecito." Divina inocencia.
Pasados unos dos meses más, el muchacho comenzó a hacerse cansinete con el tema de las fotos y de vernos. Yo pasaba de que me secuestrara o me violara, así que pasaba de él. Hasta que el muy loco puso mi nick de antaño (era un nick raro, raro, raro, raro, raro...vamos, que no era muy difícil localizarlo) en Internet y encontró mi Netlog (por aquel entonces se llamaba de otra forma), red social que yo tenía pública con veinte mil fotos de japoneses, doramas, películas...y dos o tres mías con mis perros. Porque soy subnormal (tranquilos, las eliminé).

Así que, ni corto ni perezoso, empezó a pasármelas por el MSN y..."¡DIOS, QUE SOY YO!". Y entre mi personalidad amorosa, dulce, inocente, borde y divertida y mi carita de niña buena y angelical y mi cuerpo con cadera, culo gordo y tetas inexistentes...conquisté a Proty (quizás los perros tuvieron también algo que ver...).


Proty se volvió pesado de cojones. "Venga, vamos a vernos; es que me parece increíble que no confíes en mí...", "¿por qué no quieres conocerme?". "que no muerdo, mujer...si no te dejas yo no muerdo...", "me gustas mucho y, de verdad, querría verte en persona" y demás manipulaciones perversas eran utilizadas por su mente de madurito universitario para llevarme al lado oscuro.
Una lástima que nada funcionara conmigo. Ni siquiera que me pusiera la cam y me pasara una foto. Porque el muchacho no era feo, no, era un tío simplón con restos de granos en la cara y el pelo despeinado. Pero yo era una niña de catorce años de las que ya no quedan, que pensaba en leer, en escribir, en correr tras las salamandras del campo los domingos y cuyo corazón pertenecía a Viggo Mortensen. Me parece que lo único de mujercita que hacía a esa edad era depilarme...Seguro que si Proty hubiera sabido que un año después llevaría gafas y el pelo se me pondría asqueroso, no me habría querido. Ah, y que adelgazaría aún más...

La última semana que tuve contacto con él, estaba charlando alegremente con mi mallorquina sobre blogs japoneses cuando él me dijo que le interesaría conocerla porque eso de estudiar japonés de forma autónoma no le convencía (todo lo que me interesaba a mí, pasó a interesarle a él). Así que le pregunté y ella aceptó, total, qué más daría.
La que liaron. Una semana peleándose; Proty decía que era una engreída de mierda que iba de "sé más que tú porque voy a clases de japonés" y ella decía que él era gilipollas, así a secas, no eran necesarias razones.

Entonces, el chico del chat de salidos cometió un error. Discutió fuertemente con ella (no preguntéis) y me puso entre la espada y la pared:
-No me gustan nada tus amigas. Es que en serio, esta tía no te pega nada...Y yo paso de hablar más con ella, lo siento...blablablablablablabla...Así que yo sólo te digo una cosa: o hablas conmigo, o hablas con ellas. Paso de querer estar con una chica con semejantes energúmenos por amigas, por muy mal que suene.

Y en cuestión de cinco segundos, le di a No Admitir y lo eliminé del MSN para siempre.

martes, 22 de mayo de 2012

Weak point.

Necesito, necesito, necesito, necesito...

Odio el verbo "necesitar". Es de una de esas palabras que no debería tener derecho a existir. 

martes, 15 de mayo de 2012

Al carajo, Bolonia, que te vayas al carajo.


Mi futuro universitario pende de un hilo y mi mes de mayo está siendo exactamente igual al mayo anterior: no sé por dónde coger mi vida, lo que conlleva enfados semanales y depresiones varias durante viernes, sábados y domingos.
Harta de la gentuza de mi clase (a excepción de cuatro o cinco que están de Erasmus, un señor argentino y algún que otro chino y poco más), de los profesores que invierten las dos horas de clase en leernos diapositivas o en avivar debates con el gordo friki de la clase sin ni siquiera otorgarnos cinco minutos de rigor para respirar y tomarnos un zumo a contrarreloj, de los autobuses llenos de pijas con tacones y raperos enseñando los calzoncillos y trabajos en grupo que más que contar como parte de una calificación final sirven para controlar nuestra asistencia a clase...yo hoy me he quedado en casa. Porque una sin estrés y sin enfados estudia mejor y se organiza mejor. Y, qué cojones, que estoy yo muy harta de tanta tontería.

Todo el que me conoce sabe que mi sueño era estudiar psicología; alejándome de los tópicos de "quiero meterme en la carrera porque voy a salvar a la gente" o "es súper fácil, tú coges, te sientas y escuchas y te sueltan el dinero", a mí realmente me interesaba. Controlar vidas, aprender a jugar con la gente (la mayoría de la población es idiota, es un hecho irrevocable) y conocerme a mí misma eran los ingredientes de un plato perfecto que estaba deseando degustar. Más llegó Bolonia y con ella me tocó joderme.
Genial, perfecto. ¿Eres de letras?, pues apechuga con tus letras. Aquí estoy ahora, estudiando Lenguas Modernas, grado nuevo de cuatro años de duración en el que puedes estudiar tres lenguas (no de manera simultánea) y darte por contento porque vas a saber mucho de todo y poco de nada. Por ahora, nuestras perspectivas de futuro se basan en: ser profesores, ser lingüistas o ser filólogos. A cada cual más...tentadora, supongo.


La única salida que podría, a alguien como yo, motivar para gastar seis años de su vida en rascarse el ombligo mientras hace trabajitos en grupo que le aseguren un seis y acude a clases particulares para sacar una matrícula, sería la de Traducción e Interpretación. No obstante, visto lo visto y dicho lo dicho de que aprendemos mucho de todo y poco de nada, el nivel logrado al final del grado no sería suficiente (desde mi punto de vista) para trabajar en ninguna empresa ni en ninguna parte de traductor a no ser que te encante dedicarte a traducir a niños de diez años cuentos chinos.

Esto me lleva a haber dedicado tres horas de mi mañana a lo siguiente: buscar trabajos relacionados con animales que no incluyan la palabra "veterinaria"; ¿resultado? Estrepitoso, fracaso estrepitoso. Mis opciones van desde pedir un préstamo y montar mi propia peluquería canina a trabajar en un matadero (¿qué tipo de sádico se mete en un matadero amando a los bichos del Señor?). Opción descartada hasta nuevo aviso. Vuelvo a buscar. Mi otra alternativa consistiría en continuar en la Universidad, en mi misma rama (letras) y cambiarme de carrera a otra de Traducción pura y dura como la de alemán o inglés. Aquí es donde vuelve a entrar Bolonia...

Según mi nota, me será más fácil (dejad que me ría) entrar en una carrera que el resto de universitarios que estén pensando en hacer lo mismo...Uy, perdón, ¿dije universitarios? Quería decir universitarios, discapacitados, personas mayores de 25 y 40 años y todos y cada uno de los estudiantes que procedan de un Grado Superior, añadiendo a parte los nuevos que llegasen de realizar la Selectividad este año. Genial, oh sí.
Otra alternativa viable, al menos antaño, era cambiarme de rama: irme a una carrera de artes, a una de salud...Ya no, claro; por eso dije antaño. ¿Quieres estudiar salud? Repite Selectividad.

Desilusionan a cualquiera.



Mi vida es un torbellino de emociones que no sé cómo controlar.
Desconozco qué va a ser de mí y odio no tener el control sobre algo tan simple como es mi futuro; con veinte años una no está para andar dando rodeos sobre el mismo árbol.

Steve Jobs y su mente brillante lo tuvieron fácil; Jessica y su mente mediocre invierten el tiempo en cazar una mosca mientras las horas pasan y en amontonar pilas de apuntes sobre el escritorio a la par que piensan que han nacido en la época equivocada. En la Edad Media yo actualmente sería madre de ocho niños y seis niñas, tendría un burro, seis cabras y dos caballos, probablemente también una vaca marrón y blanca y mi marido sería un herrero o un honorable escudero. El pueblo se dirigiría a mí como "My Lady" porque me sale del mondongo y las cosas serían tan sencillas...

Ni pijas, ni raperos, ni trabajos, ni diapositivas, ni Bolonia...
Casi que prefiero estar todo el santo día pariendo y alimentando a mi burro. Sería más gratificante.

lunes, 14 de mayo de 2012

'No soy más que lo que soy.'


Yo no puedo darte más.
No soy más que lo que soy.

¡Ay, cómo quisiera ser 
arena, sol, en estío!
Que te tendieses
descansado a descansar.
Que me dejaras
tu cuerpo al marcharte, huella
tierna, tibia, inolvidable.
Y que contigo se fuese
sobre ti, mi lento beso:
color,
desde la nunca al talón,
moreno.

¡Ay, como quisiera ser 
vidrio, o estofa o madera
que conserva su color 
aquí, su perfume aquí,
y nació a tres kilometros!
Ser
la materia que te gusta,
que tocas todos los días
y que ves ya sin mirar
a tu alrededor, las cosas
-letras, fotos, máquinas antiguas-
que cuando tú echas de menos 
preguntas: "¡Ay!, ¿dónde está?"

¡Y, ay, cómo quisiera ser
una alegría entre todas,
una sola, la alegría
con que te alegraras tú!
Un amor, un amor solo:
el amor del que tú te enamorases.

Pero
no soy más que lo que soy.



Pedro salinas.

martes, 8 de mayo de 2012

Tuesday.


Saco fuerza de voluntad de debajo de la almohada y me levanto. 
Me cuesta tanto aguantar el arrepentimiento, la culpa y la vergüenza en el nudo de mi garganta que ni siquiera soy capaz de empatar en esa estúpida lucha de mirada infinita y maleducada con el guiri que tantas veces encuentro sentado en el mismo sitio del mismo autobús a la misma hora. 

Concentro mi mente en la gente; no sirve para nada. 
Llego a clase, abro la puerta. Niños gritando, riendo, bostezando. Chicos con americana, gafas Ray-Ban, barba de tres días impecable. Ellas, las chicas, con sus tacones interminables, sus pintalabios rojos, sus bolsos de marca. Me resultan insoportables todos y cada uno de ellos; desde la joven con el lazo de topos blanco y negro hasta el señor de cuarenta perteneciente a un grado distinto al mío. 
Me pierdo en sus voces, entre mi silencio. Observo el reloj sin fijarme en la hora. 
No sé cuánto tiempo estaré ahí dentro. 

Los miro una, dos...siete veces. Detenidamente. Analizo cada detalle del aula y de toda esa gente tan diferente buscando excusas que aparten mi cabeza de los sentimientos de autodestrucción que he ido acumulando tras la abisal noche. "¡Lo has estropeado todo!", hacía años que no repetía esa frase. Siempre se la dedicaba a alguien con una pizca de dulzura en el enfado; dulzura que se transformaba en pudor. Yo no me refería a que esa persona hubiese destrozado la situación o mi vida o lo que fuera; sin embargo, me salían de dentro las palabras. Era muy niña. Aunque lo suficientemente inteligente como para darme cuenta de que sonaba cruel; acompañaba mi perdón de cinco minutos de cabeza baja, mirada de cachorro y una nota con un peluche: "Lo siento." Mi padre está de testigo. Jamás me tomó en serio, por supuesto. Debía de ser graciosa la imagen de mí misma con tan corta edad arrepentida.
Ayer se escapó de mi boca cuando trataba de conciliar el sueño. "He perdido otras dos vidas", una vez, "los he perdido, joder", y otra vez, "me doy vergüenza ajena", continúo, "el día que aprenda a hablar sin gritar montaré una fiesta...soy horrible, joder; por eso nunca le importo a nadie, si es que soy insoportable". El lunes no fue un buen lunes. Me odiaba a mí misma. A pesar de que otros verían mi cabreo nocturno y mi llorera como una montaña creada a partir de un nimio grano de arena... Yo era incapaz. Y por ese motivo, me dije que lo había estropeado todo. 
No creo que llegue ninguna nota acompañada de ningún peluche pidiéndome perdón. 

Mi nudo de garganta se convierte en un fuerte dolor de cabeza. Cierro los ojos muy, muy, muy fuerte. Me saludan y hago caso omiso. Lo que menos necesitaba era escuchar mi nombre en los labios de otra persona. Ésta se vuelve hacia su compañera y me ignora; lo agradezco. Suspiro. Esa habitación me amarga, esa gente me da asco; todos tan inteligentes, tan guapos, tan perfectos a sus propios ojos y yo tan inútil, tan mediocre, tan imperfecta a los míos. 
Una mujer entra y comunica que no hay clase: el profesor no vendrá. Suspiro aliviada.

La libertad me da la mano, las ganas de escapar y llorar como una cría son tentadoras. Me duele la cabeza y el nudo se hace insoportable; albergo culpa, vergüenza y dramatismo a parte iguales. 
Me pongo en pie, echo un vistazo a los árboles que acarician con las hojas la ventana y me dirijo hacia la puerta. Voy a dejar tras de sí a todos esos niños, porque es lo que son. Y yo una adolescente drama queen.

"Vete", me ordena mi mente. "¡Vete!, ¡largo!". Si me voy, me quedo sola y si me quedo sola, sé lo que significa. 
"¡Vete, joder, largo! Huye" y cierro la puerta dejando a mis espaldas a todos esos críos mimados.
No quiero estar ahí, no puedo estar ahí...no me da la gana estar ahí.

Llego a casa a las once y cinco de la mañana. Lloro, me culpo; lo mismo de anoche. Me calmo, duermo, me despierto, lloro, vuelvo a dormir. Y noto que el dramatismo hace acto de ausencia.
Me sale un "lo siento" de la boca a la par que me incorporo en la cama. Sé que por hoy me voy a permitir odiarme por ser un débil, estúpido, cruel y asqueroso ser humano. 

miércoles, 2 de mayo de 2012

Coldness

El estremecimiento de ojos que acompaña al quebradero de cabeza. El dolor que perfora desde el estómago hasta los riñones. Un nudo en la garganta, una mosca en la sopa y arcadas. Y luego frío en los dedos de los pies produciendo engorrosos escalofríos; el frío de la lluvia de mayo. Ese mismo frío con el que miras a tu madre cuando le mientes, con el que tu hermano copia en un examen de biología o con el que tú desvencijas los recuerdos que te unían a esos hombres que jamás llegaste a querer.
Ese mismo frío.