martes, 6 de diciembre de 2011
Lo que significa ser mujer.
Esta entrada va dedicada a dos personas: una es mi mejor amiga, cuyo pelo es ahora color panocha y cuya regla comparte el día de llegada con la mía, y la otra soy yo, porque me merezco un caprichito de vez en cuando, qué puñetas.
Sí. Voy a hablar de monstruaciones mutantes. Porque siempre he pensado que mi principal problema es el síndrome premenstrual que acompaña a esta peculiar amiga de toda buena mujer que se precie siempre mayor de trece años (raras, las que la tenéis antes sois raras). Mi amado síndrome consiste en estar una semana, o hasta casi quince días, sufriendo constantes bajadas y subidas de ánimos. Es como ser bipolar, igualito.
Ahora, afortunada de mí, me encuentro en esos días: me enfado, me irrito, me pongo triste a los cinco minutos, mi cuerpo me acompleja, me veo gorda, se me ven unas tetas preciosas (lo único positivo), mi cara se transforma en paella, mi pelo se vuelve más graso, me comparo con toda fémina andante situándome a mí por debajo, el mundo me estorba, siento que nadie me quiere...Todo eso formando una cadena de sentimientos que duran aproximadamente un minuto cada uno para luego dar lugar a una inexplicable euforia. Hasta que te deprimes de nuevo y te dura todo el día. Es inaguantable, ¡¡inaguantable!!
En estos precisos momentos sufro el "mi cuerpo me acompleja" seguido de un "me veo gorda" más "estoy triste porque nadie me quiere, ¡¡están todas más buenas que yo, putas!!". Duele y bastante. No existe aún remedio para tal dolor de corazón: el ibuprofeno no alivia y ver Pretty Women mientras se come chocolate tampoco. Si me siento gorda, cómo coño va a ayudarme a sentirme mejor el zamparme una tableta de chocolate, ¡¡por Dios!!
Si el síndrome premenstrual lo padecieran los hombres existíran mil remedios, pero como nos ha tocado a las mujeres tenemos que aguantarnos y jodernos (y bien jodidas). De nada nos sirve que nos aumente la líbido (al menos a una servidora) y estemos cuan gata en celo por los rincones ni que las tetas se nos vuelvan una obra de arte si por dentro nos cagamos en la madre que parió a cada ser que pasa por delante de nosotras.
Quizás sea hora de hacer una rebelión, de montar una huelga en la Universidad y colgar cartulinas de colores por las paredes de ésta en señal de protesta, de quejarnos por una vida mejor. Sí, de luchar por una vida digna sin monstruación mutante. No obstante, yo soy tímida y estoy triste y bastante estoy haciendo con escribir esta queja en el blog; así que protesta tú por mí, a ti te será más fácil.
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