lunes, 3 de octubre de 2011

Un dos.



Y las cosas dan más vueltas de las imaginadas.

Jamás pensé dejar atrás uno de mis sueños para buscar otro. Yo, la eterna psicóloga, olvidando esa vocación que surgió desde la nada a los doce años para darle hueco a otra que, quizás, nunca me llegue a llenar tanto.
Quise ayudar a las personas para más adelante tratar trastornos y encaminar vidas, controlarlas, resolver puzzles. Ahora me toca decantarme por uno de mis hobbies y no pasiones. Venga, que la traducción tampoco es tan mala.

Jamás pensé que sería capaz de perdonar, ni olvidar, ni de hacer las dos cosas juntas y a la vez. Sé que soy una de las personas más rencorosas que existen porque se me da fatal olvidar. Todo se me guarda en la memoria y ahora ve y lo sacas tú de ahí. Es que es imposible.

Jamás pensé que llegarían a servirme de algo las clases de mecanografía y menos aún que aprendería a hablar japonés con más o menos soltura. Las clases de piano nunca llegaron, ni las de guitarra, pero ya lo haré yo posible en un futuro. Que de eso no quepa duda.

Tampoco imaginé que aprendería a hacer ecuaciones y que echaría de menos las matemáticas. O la biología. Se me quedaron muchas cosas por saber en el tintero y yo no me animo a adquirir conocimientos por mí misma.


O lo que es más gracioso todavía es que tampoco imaginé en la vida que de toda la mierda que me echaron esos dos imbéciles encima durante tan corto período de tiempo se me quedaría algo. Retrospectivos. Quién me iba a decir a mí que iba a situarme algún día por debajo de otra persona con lo ridículo que suena; si no fuera porque la señorita americana y su azul cielo me abrían los ojos cuando yo me autodestruía de más, yo hoy estaría peor que nunca. Y mira que se fue y no ha vuelto.

No supuse nunca que la tendría que echar de menos porque volvería a sus orígenes. Casi un año después, mantengo la esperanza de que nuestros caminos vuelvan a encontrarse y pueda darle uno de los abrazos que quedaron pendientes. Jamás supo cuánto me ayudaba y puede que jamás llegue a saber cuánto la necesito. Igual que ella, con sus ojos azabache, que a cada día que pasa noto más su apoyo y me hace más fuerte y enorme. Y valiente. O todo junto, mejor.

Ni supuse en la vida que tendría seguridad en mí misma ni confianza y que mi autoestima rozaría las nubes de mes en cuando. Ni que llegaría a querer con la fuerza con la que lo hago ahora o que me acordaría de ella cada mes de abril.



Todo ha dado muchas vueltas.
Casi veinte años. Casi. Y muchas de las cosas que imaginé no se han cumplido y las que pensé que no ocurrirían están a punto de suceder y la mierda a veces me ha rozado los talones.
Y me quedo sin contar más de dos vueltas que ha dado la vida.
Como Alemania, Francia, Andorra. ¡Madrid! Mis anhelos por pisar Barcelona. Diva Blanca siguiendo su camino, Silka y Kleine King junto a Aria y Samsa. Murió el último canario sin volar. Racionalidad VS Sensibilidad. He aprendido que puedo terminar creyendo en los platillos volantes durante meros instantes. Que mis fotos no valen nada; pero calcan lo que yo busco. Muchas más soltura a la hora de escribir y no saber todavía expresar ciertas cosas con palabras. Aún me trabo al hablar demasiado rápido. No echar de menos los videojuegos y olvidarme del anime. Japón continúa en mi lista de países a visitar. Que permanezcan mis ganas por saber qué pasará a partir del cuatro de octubre, del cinco de noviembre, del seis de diciembre...y que, por otra parte, me de exactamente igual mientras gane yo al tiempo y no él a mí. 

Sé que el día cuatro cumpliré un año más de los cinco menos que siento tener cuando estoy contigo. 

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