¿Y se irá?
El lunes puede ser bonito si mañana marchas a andar o a ronronear. Si esta semana te decides a (sobre)vivir, a mantener en pie tu frágil y debilitada estructura sin dolor pese a que tu maquinaria interior esté fallando, las bocas callarán. Que digo yo, que puestos a soltar mierda y a herir sensibilidades con frases de machaque (tu inminente muerte, el dinero, la facilidad de cambiar un algo por otro algo aún cuando funcionas con corazón y no mediante enchufes o pilas), mejor cremallera en los labios y el ojete abierto, que su función principal es la de sacar al exterior cagadas. La boca cuanto más limpia mejor y si no silencio. Si-len-cio.
Viniste en febrero tras prometerle a todos aquellos que no pude salvar que te cuidaríamos bien. En cierto modo, ¿no hemos cumplido las expectativas? Dormir cada mañana al sol, una alimentación que no produjese náuseas, andar allá donde gustases sin que te fuesen cerrando la puerta en los bigotes.
No creo que un gato, elegante y tierno, pida mucho más.
No obstante, ojalá haberme dado cuenta antes o haber pedido la analítica ese primer día o...qué sé yo. Qué sé yo porque no sé nada de estas cosas. Sólo que antes que sufrimiento, mejor la muerte.
Tal vez esté pecando de impaciente y tu recuperación, aunque lenta y costosa, esté siendo fructífera; o tal vez esté pecando de ingenua y de esa forma, aumentando tu dolor y agonía. Qué sé yo. No sabes hablar, no puedes decirme "Eh, tú, estoy hasta el coño" en el peor de los casos, o en el mejor tampoco darme una alentadora palmadita en la espalda cuando te doy el suero mientras me susurras "Tranqui, bonica, que esto va viento en popa."
Si con palabras es en ocasiones complicado hacerse entender, imagínate con el silencio.
Entiendo que nadie lo comprenda. No eres mi abuela, ni mi tía, ni mi primo, ni un ser humano. Eres una gata. Y ya sabemos que los gatos, y animales en general, no habéis sido cagados por la Virgen María y rebozados en el semen de Dios. O eso comentan por ahí, que no sois divinos de la muelte.
Me la refanfinfla tan profundamente. Lo que no estoy dispuesta a soportar son frases subyugadoras, eso sí que no.
Cielo mío, te vayas mañana o no, sólo quería dejar constancia de que te quiero y de que no permitiré que ocurra igual que con Diva. Muerte en vida no es dignidad, no es correcto, no es merecido. Aunque me pase el lunes entre lloros y sudores y culpabilidades, yo escogeré la decisión más oportuna por ti. Aunque duela tanto que se me clave en las costillas y me ahogue los pulmones, yo me mantendré firme.
Y si debes vivir, continuaré con tesón hasta que vuelvas a caminar, ronronear y bufarle al pesado y pestoso del perro cuando se te acerque demasiado.
No te mueras, Oddy...
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