Dos años. Dos años conociendo de sobra que iba a errar y apostando por mi cabezonería y por mi, más que visible, comodidad. Dos. Putos. Años.
No quise anotar otras opciones en la cabeza "por si acaso es lo que aún sigo queriendo", pese a que mi vocecita interior me decía una y otra vez que no me tirase de cabeza a la piscina, que casi que mejor cambiar el rumbo y bajar por las escalerillas. Pa qué, eh, pa qué.
Deseché cualquier atisbo de cambio por un "por si acaso" y, ahora que más que probablemente haya logrado aquello que perseguía durante muchos años (no quiero precipitarme y decir que lo tengo en la palma de mi mano ya de ya), no me hace feliz. En resumen, que es un no. Y pretendo tirarlo a la basura, no sin antes tener dudas. Muchísimas dudas, infinitas dudas, dudas de mierda que no me dejan dormir y me hacen querer arrancarme todos los pelos de la cabeza.
Por supuesto, en estos momentos las otras opciones se me aparecen de forma reiterada en la mente, adornadas con un lacito rosa y pegatinas bonitas con la palabra "esperanza" escrita en ellas. Porque eh, aún estoy a tiempo. ¿A tiempo de qué?
Hacía mucho que no actualizaba el blog porque estoy perdiendo últimamente el gusto por escribir. Me apetece más leer, reposar los dedos, concentrarme en mis cosas y al rato dedicarme a observar las musarañas. Eso es fácil, cómodo y para toda la familia y no requiere pensar ni indagar en mi interior. No me hace daño, ni me molesta. Hasta que llega un momento en el que la dichosa vocecita interior te despierta y tú la ignoras, y entonces te empieza a gritar y a pegar patadas en el cráneo: "¡¡HAY QUE DECIDIRSE YA, COÑO, O EL TIEMPO SE VA!!". Tiene razón, el tiempo vuela y o voy eligiendo y echando las cartas sobre la mesa, o me veré de nuevo en el mismo callejón sin salida.
Al resto del mundo no puedo pedirle consejo, desgraciadamente. No hay nadie ahí fuera que sea capaz de sacarme de mi sueño mental y ayudarme a vislumbrar qué sería lo mejor. Desgraciadamente, la respuesta se encuentra en mí...y ni eso. Porque estamos hablando del futuro, un futuro que pretendo tener atado de pies a manos aún cuando ni siquiera le he dado una oportunidad para empezar a inventarse.
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