-Me…¿me harías un favor?
*A ver, desembucha –susurró entre risas.
-Pero…tienes que prometérmelo. Si no, no sirve de nada.
La miró. Se miraron. No entendía.
*Venga, vale…
-Por favor…
*…
-…abre los ojos.
*…
-¿Me lo prometes?
Y no hubo respuesta.
······························
Un reloj marcando las seis y veinte de la mañana. Amaneciendo al otro lado de unos naranjos, mientras unos gatos se dedicaban a corretear por la zona buscando algo que llevarse a la boca.
Y el perro que ladra.
Él se agobia. Ella se fue, llorando. Ellos parecen disfrutar. Él siente vergüenza. El azabache de sus ojos, cansado, parece llorar por dentro. Y el café llora por fuera, escondiéndose.
Noche de anestesia. Calma dolores, mas causa estragos en los sentimientos que van y vienen.
Rara. Noche rara.
Porque cuando hay algo quebrado en el corazón, algo también se quiebra en la cabeza.
Quizás el sol no deseó salir para todos.
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