sábado, 11 de diciembre de 2010

No puede estar.



No es la primera vez que se encuentra desubicada.
Cuando se sitúan los pies (y puede que hasta la cabeza) en tierra movediza, es normal tambalearse. Así que no se preocupa demasiado si de repente las ideas se mezclan, los ánimos se bajan y las palabras se esconden en la garganta.

Tarde o temprano acaba. Todo vuelve a girar con normalidad. A no ser que tenga la mala suerte de chocarse contra su realidad, porque Ella sabe que el único problema de su problema es Ella misma. Tiene veinte respuestas y mil soluciones; pues ninguna las pone en práctica porque es conformista, cobarde y es más fácil quejarse que hacer lo que se debe hacer.

Gracias a Dios (o a quien sea), le ha dado por avanzar un paso. Va muy lento, no se negará, pero al menos lo ha dado. Y cuando se da un paso se dan tres más; cuando te descuidas puede que hayas andado treinta: te encuentras cerca de la mitad del camino.

Así que va a intentar acabar con el problema (estúpido como él solo), va a intentar pasar página en vez de arreglarlo (¿arreglar el qué?).
Porque ya le dijo alguien una vez que las cosas cambian, no mejoran porque sí: “hay que mejorarlas, no quedarse sentado esperando a ver qué pasa”.


.[No sé dónde voy, sólo sé que aquí no puedo estar].

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