martes, 28 de diciembre de 2010

14.Abril.09



Por las arrugas de mi voz se filtra la desolación de saber que estos son los últimos versos que te escribo…
Aquel catorce de abril de un tal “09”, Dios quiso que nos dijéramos adiós sin sobrarnos los motivos.

No me he olvidado de ti, como comprobarás. Imposible hacerlo si sin quererlo te recuerdo en cada esquina cuando las situaciones diarias se tuercen. ¿Recuerdas? ¿Tú lo recuerdas? Cuando los gritos se mezclaban con el aire e inundaban mi casa, cuando yo escapaba y te contaba miles de cuentos entre sollozos de niña asustada. ¿Lo recuerdas? Tal vez yo sí. Tal vez de más.
Creo que eres de lo poco que puedo echar de menos. Creo que a veces, y perdóname, te odio por no estar aquí. Creo que ella, y perdónala, también lo hace disimuladamente a la hora de ir a dormir.
Creo que no me hacía falta que hablaras o que supieras andar a “dos patas”, mientras supieras escucharme y entender ese poco que nadie quería conocer. Sí, esas cosas que sólo te susurraba a ti y a nadie más, por aquello de que tú eras la única que se acercaba y me daba un beso a su manera, golpeaba mi brazo con su cabeza y se acurrucaba a mi lado mientras lloraba conmigo.
Qué tierno era. Qué tierna eras tú. Y qué egoísta fui yo, ¿no crees? Cuando todo se torció, cuando a uno que llaman “08” vino a destrozar lo poco que quedaba y las cosas se transformaron en un cuento mal narrado. Pensarás que me olvidé de ti, que me cansé o "sólodiossabequé". Más la realidad era que no había fuerzas ni de flaqueza para ir a buscarte allá donde siempre me esperabas.

Te contaré un secreto a voces: detesto ir y verla. Vacía. Sin nadie a quien lloriquearle cuatro penas y luego, abrazar fuertemente mientras permanece quieta. Qué gracia me hacías. Y a ella también, ¿sabes? Imagino que también lo detesta, igual que yo.
Imagino que se muere, igual que tú un día.

Ni siquiera he vuelto a acudir al lugar. Sí, a ese al que íbamos especialmente los domingos tras la rutina de comprar el periódico, el pan y unas cuantas chucherías para darnos fuerzas por el camino de regreso. No me apetece llegar al manzano, tampoco darle los buenos días a los cerezos o reírme al recordar cómo él se tiraba colina abajo. No. Para qué. Si a ella tampoco.

¿No piensas que esto parecerá ridículo a ojos ajenos? A mí me da igual. Hoy me ha dado por recordarte, y llorarte, y esas cosas que antes hacía en tu compañía. Qué malo es sentir nostalgia, ¿verdad?  Qué cría sigo siendo, ¿a que sí?

Cómo me gustó verte crecer. Y reírme de ti cuando intentabas hacer algo y no te salía bien, y te enfadabas y te sentabas en un rincón. De ahí no te movías. Tu cara, me parecía a mí, hacía hasta una divertida mueca de disgusto.
Me encantaba imaginar que me hablabas, me animabas, me contabas tus historias inventadas. Cuando ambas nos hicimos mayores esa magia la perdí, aunque seguía viva en la memoria de, al menos, una de nosotras dos.
Al igual que eso de decir que eras mi hermana y venías del país de los perros para salvarme y ser mi mejor amiga porque no había nadie ahí fuera dispuesto a quererme. Que Dios, o vete tú a saber quién me inventé, te había mandado para hacerme un poquitín menos infeliz.

Eres de lo poco que merece tener futuro aunque te hayas convertido en pasado.

Ahora me falta algo. Me faltas tú. Me falta aquella del pasado. Me falta ella. Me falto yo. Me falta algo.
Y es en momentos así, cuando más te he necesitado. Ahora no hay nada que me calme, ni me de cabezazos suaves en el brazo ni se ponga a dar brincos de felicidad porque me he limpiado las lágrimas y me he puesto en pie. Ahora tendré que aprender a calmarme sola.
Es un poco difícil, ¿sabes?

Ha pasado un año desde que te dio por irte y mírame…aún no he aprendido cómo hacerlo. Aún no he aprendido cómo sobrevivir a solas. Aún no he aprendido a caminar sin mirar de reojo a eso que dejé atrás, por eso de que duele un poco y de que nunca te di las gracias, ni te dije que te quería más de lo permitido y de que en ocasiones te echo de menos y de que…no sé. Y de tantas cosas que prefiero dejarlas en el tintero, a ver si se pudren por sí solas…


Danke schön, und Ich liebe dich...Oh!, und...und...und Ich vermisse dich. Und es tut mir sehr Leid, meine klein Dakota

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