A veces desearía ser la vela de un delicioso pastel de cumpleaños. Que alguien llegase con una sonrisa y los ojos brillando y soplase fuertemente sobre mí, hacía mí, en mi dirección. Fugándose mi fuego, apagándome. Desaparecer de un plumazo, como la llama de un pastel de cumpleaños. O como esa vela que no vas a volver a utilizar.
Y al año siguiente retornar la chispa, si lo deseo o lo desean o lo que Dios quiera.
Pero ahora, por favor,
apagarme.
Apagadme, que vuelvo a no encontrarme...
Que he vuelto a ser estúpida, a fracasar.
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