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Esta es mi lucha. Son mis fantasmas; esta pelea se gana con mis manos, con mis puños, con mis nudos en la garganta.
No puedo continuar sintiendo en las mismas arrugas de mi cara las mismas muecas que hacía cuando tenía diez años, la misma expresión que padecía cuando rozaba las páginas del diario.
Necesito que me duela la vida, sentir asco por ella y respeto por todas las demás que me rodean. Descubrir si sigo siendo esa niña que salvaba moscas de las hormigas o me he convertido en una más de la manada de insensibles que habitan ahí fuera; averiguar si pido que me quieran sin saber yo querer. Perdonarme o que me perdonen o las dos cosas.
A cada propósito, me decepciono; a cada éxito, abandono.
Por eso esta es mi lucha, no la nuestra.
Debo sacarlo de mí, afuera. Y salir yo con ello, a volar, lejos.
Si permanezco más tiempo aquí perderé, se me agotarán las ganas...
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