viernes, 16 de septiembre de 2011

Seis kilos y medio de 'ojalá'.



A veces recuerdo pasados que no me pertenecen. Me creo con el poder de requerir todo el querer de su mundo y eso no es así. Prefiero siempre la verdad y ahí está el problema. O en desear una habitación desordenada y pintar una sombra en blanco y negro. Como si el mundo no fuese ya demasiado gris. Entiéndelo, Mika. Lo tuyo es suyo y lo suyo no es de nadie. No conseguirás hacerlo parte de ti ni lograrás en la vida que los gatos maúllen a la luz de la luna. Los perros ya no se asustan. Deja ya de tener miedo y enfréntate a lo que te toque. Que te guste o no te guste es lo de menos; toda tu verborrea mental y tu dulzura no servirán de nada más allá de esas puertas. No seas debilidad, Mika. Conviértete en fuerza…

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Cerebro saturado [I]




Y allí estaban los dos, despiertos, a las cinco y media de la mañana minuto arriba o minuto abajo. 
El sol seguía dormido y la luna despierta, de fiesta, dándose un par de horas más de diversión merecida. 

Hacía frío. Comprensible.
También habían nervios. Más por parte de Ella que de Él, claro. Ella iba a tener que realizar esos exámenes tan temidos de Selectividad que todo el mundo desvalorizaba tras hacerlos con éxito (o sin él). 

Él iba de acompañante, de calmante, de chófer. Pero por decisión propia. Ella, Mika, pensaba que el motivo que llevaba a su chorbo a levantarse a semejante horas de la madrugada para llevarla a hacer tres exámenes de mierda y esperarla fuera, paciente, a que los acabara era su intención de estar en constante acecho de féminas universitarias. Más, si ese era el motivo del joven Paul, la cosa no le fue demasiado bien…

Aturdidos y con la mente aún soñando, se montaron en la moto y emprendieron un largo viaje hasta el Campus universitario de la Cartuja, zona de pijos, de canis vestidos de marca, de despreciables seres que iban enseñándole medio culo al mundo al llevar unos pantalones “cagaos” del “Brejka” y que, en el caso femenino, calzaban tacones que las hacían parecer entes de dos metros. 


Llegaron a eso de las menos cuarto y aquello estaba vacío. Sólo un triste gato alegraba con sus gritos de dolor la solitaria facultad de psicología.
Ella sacó sus apuntes nada más sentarse en uno de los escalones de la entrada y Él se dedicó a llamar al susodicho animal que, como supuso, estaba sordo y ciego y jorobado (como el gato de Yenai) al tratarse del objeto de pruebas de esos malvados alumnos.

Conforme el reloj iba devorando segundos, iban aumentando los pringados. Idiotas que debían presentarse a Selectividad, imbéciles que tenían que presentarse a recuperaciones. Todos inútiles, todos, absolutamente todos; porque si te presentas en Septiembre, es obvio que nunca fuiste inteligente.
Y, entre tanto idiota, un maricón derrochando aceite que ese mismo año se había dedicado a hacerle magia negra, la cruz y budú a la pobre Mika.

¿Le haría algo ese individuo de malvadas intenciones, ropa hortera y flequillo repeinado a su hermoso novio de piel tostada? ¿Adoptaría al gato tuerto? ¿Su madre existía o la había creado él con el poder de su magia? ¿Conseguiría Ella aprobar estando él allí? ¿La mataría? ¿O se atrevería Mika a plantarle cara?
Quizás la respuesta no pueda darse por ahora. Quizás la pregunta adecuada no se encuentre entre las escritas. Quizás…