sábado, 30 de marzo de 2013

¡Tarzanas a la vista!

Queridos hombres (y lesbianas) de este siglo, he de advertiros de una nueva especie que ha surgido en este mundo y que está cobrándose numerosas víctimas especialmente en el sector femenino: las Tarzanas.

Cada mañana, durante el repaso diario a mis redes sociales, me doy cuenta de cuánta fauna tarzánica abunda últimamente. Sobretodo entre las mujeres. Mujeres felizmente emparejadas, con sus "Tengo pareja" en su información de perfil y esos hermosos estados que emocionan a Spielberg: "Ay, ¡Pocholo!, que juntos estaremos siempre...¡El mundo se vuelve rosita cuando estoy a tu lado, mi bebé! Aquel 28 de Febrero del 2013 fue tan especial...Juntos 100pre." Y yo, cada mañana, sin lugar a dudas, me siento afortunada de poder ser una ávida lectora de esos estados que repiten durante mañana, mediodía, tarde y noche.
Como si el amor jamás fuese a desaparecer. Ni en Crepúsculo la historia de amor era tan bonita como la de mis tarzánicas favoritas.

Hasta que un día llega la desolación...
Y ya no es Pocholo quien protagoniza los estados ni el 28 de Febrero la fecha estrella.
Ahora Faustino ocupa el lugar de Pocholo con felicidad y aquel día 28 se ha visto sustituido por un 10 de Marzo.
Y vuelve a repetirse la entrañable historia de amor...hasta que Tarzana se cansa de su liana y coge otra. ¡O ni siquiera coge otra de inmediato! Espera a que su liana, bien cogida (o eso cree ella), se le escape de entre las manos para ir corriendo y rebuscar entre su agenda la liana que más le guste en ese momento.

Lo sentimos, Faustino, ahora ella prefiere a Marcelino, que es adicto a hacer el pino.


Sin embargo, las Tarzanas no siempre son tan simples. No siempre cambian de un Pocholo a un Faustino a un Marcelino en cuestión de días o de meses sino que, perfectamente, pueden pasar años. Años en los que las discusiones y vaivenes sentimentales están a la orden del día, porque la Tarzana parece necesitar una buena dosis diaria (o semanal, difícilmente mensual, no aguantan tanto) de dolor entremezclado con celos, pasión y amor. Y folleteo de reconciliación.
Una relación completamente agotadora en que puede que lo único que te aporte la Tarzana sean unos deliciosos pasteles de manzana o una mamada como Dios ordena. Pero no pidas más. Por mucho que tú pienses que a pesar de todo contratiempo y toda locura ella es maravillosa, la Tarzana es una chica insegura, caprichosa, un tanto inmadura...que no sabe aportar nada al otro porque todo lo quiere para ella y porque pasa más tiempo rebuscando en la basura sentimental que has dejado en la relación que en avanzar.

Necesita sentirse importante. Y lo consigue. Y si no, ya se inventará cualquier tontería, ¡no hay de qué preocuparse! Todo lo tienen pensado.

Quizás el mayor problema de las chicas Tarzana no sea que antes de soltar una liana ya tengan agarrada otra o que siempre tengan una lista a mano por si les falla su liana favorita del momento. Quizás su mayor problema sea...¡que mientras se agarran a la liana, tontean con las hojitas de las ramas! ¡Y con las hormigas que suben por el tronco! ¡Y con las flores! ¡Y hasta con los pajarracos de colorines que vuelan por el cielo!
Lo quieren todo, absolutamente todo...Lo tendrán: tú, que eres liana en una mano, ni siquiera te enterarás de que tu Tarzana se está abriendo de mente con aquella rama tan simpática y hasta con los escarabajos que pasaban de camino.


Identificar a una Tarzana no es difícil.
Es más, me atrevería a asegurar que toda mujer ha tenido al menos una Tarzana entre su grupo de amigas. Y, aunque no está bien etiquetar ni meterse en vidas ajenas, es cierto que se suele decir "que es un poquito zorra, tía."
Si no has tenido nunca una Tarzana en tu grupo de amigas, seguramente Tarzana haya sido la exnovia de algún amigo tuyo o una prima o incluso una compañera de clase.

Lo mejor de las Tarzanas es que van pregonando a los cuatro vientos sus nuevos amoríos, se los presentan a toda la familia, a todas sus amigas y se sacan veinte mil fotos (ahora encima, ¡fotos pos-coito!, ¡habrá algo más horrible, Virgencita mía!) y las cuelgan en las redes sociales adornando sus adorables estados.
Son chicas que, si les preguntas cuándo fue la última vez que estuvieron solas, no te saben responder.
Empezaron a tontear a los catorce y a los treinta permanecen con la misma mentalidad.
Ni saben ni quieren estar solas; necesitan su dosis diaria de dopamina, de química amorosa en vena. Requieren de un hombre que les caliente las sábanas (aunque no siempre sea el mismo y ninguno lo sepa), que las lleve a pasear, que les dedique estados y a los que reprocharles constantemente que un día decidieron jugar a la play en vez de mandarles un whatssapp de buenas noches.

Hombres, lesbianas de este siglo...Huid. Huid ahora que estáis a tiempo de las Tarzanas.
Aún estáis a tiempo...Si caéis en sus redes, si os convertís en su liana, os transformaréis poco a poco en unos seres fríos, solitarios, deprimidos y tras la ruptura, os consumirá el vacío de no haberos sentido queridos, valorados y respetados y yo tendré que terminar montando una consulta psicológica y no tengo ni un puto duro.

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