martes, 31 de enero de 2012

"¿Tienes atún?"


A medio camino entre sueño y pesadilla mala, de director español. Me acuesto un lunes a las una y media de la madrugada y así no hay quien descanse, me dicen el cuerpo y las bolsas de los ojos.
Me escondo entre las sábanas y me envuelvo en la batamanta, pongo la alarma del móvil a las nueve y me abandono a Morfeo. Nuestro viaje comienza; no vamos muy lejos. De primeras nos acercamos a la casa de mi novio, que me ha invitado a comer. Su madre ya no trabaja, su hermano ha hecho macarrones y Álvaro, que está de visita, se dedica a ver la televisión sin siquiera pestañear. Mi novio me dice que se ha comprado una chaqueta, en concreto de color azul, de mujer y concretando aún más, de Stradivarius y claro, yo me río: "¡Pablo, por Dios, que esa chaqueta es la que me compré yo! Quítatela, a ti no te pega eso...", y me cierra la puerta en las narices.
"¡Pues te vas a comer a tu puta casa!", consigo escuchar.

Decide irme, entre lloros y enfados, entre un whatssapp que exclama que se ha pasado ocho pueblos orientales y una llamada a mi abuela para conocer el menú del día. Me encuentro en mi camino con Arancha, que ha regresado de su viaje por Mesopotamia; le apetece visitar a Pablo. Tiene unos regalos para él, para mí hay otro. Con algunos miramientos la acompañamos yo, mis dudas y mi cabreo.

Entramos y el hermano ya no está. Álvaro se ha evaporado. Los regalos de Arancha fueron pedidos por e-Bay (cosas suyas), a un comprador chino que todavía celebra el nuevo año del dragón. Una sudadera de rayas grises y negras junto a una camiseta amarilla fosforito para Pablo, y una sudadera completamente negra para mí. "Quiero que vayas oscura...te pega lo de ser malota...", me susurra al oído.
Pablo me mira, me canta Rosas de La Oreja de Van Gogh; "Pablo, voy a hacer spaguettis, tengo hambre, ¿quieres?". Se ofrece a ayudarme; Arancha ve Digimon en la 2.

Recibo una llamada perdida entre tiempo de cocción y preparación del tomate: Yenai, es Yenai. Así que voy a su casa sin excusarme a nadie, porque soy un alma libre o eso dice el tatuaje de mi muñeca derecha.
Llego a su casa y...¡es huérfana! Su hermano pequeño se ha comido al gato y sus dudas provienen de qué hacer de comer. Le preparo unos spaguettis; se caen unos pocos al suelo y los recoge.
"Yenai, no hagas eso, joder, es muy asqueroso", su respuesta: "En mi casa se hace lo que me da la gana." El teléfono fijo suena: es su nueva hermana, Inmita Vega, una artista de esas que no conoce la televisión. Me quedo perpleja: ¿no era la hermana de mi novio?
Dice la tía que viene a comer y espera que haya algo delicioso o no vuelve. Yenai me mete prisa, ella es ahora su única familia. Comienzo con el tomate y busco latas de atún: "Yenai, ¿tienes atún?", "Ah, no, no tengo." Y exploto. Sin atún, sin carne picada, sin pollo, ¡no puedo cocinar!
Sólo tiene bacalao. Me niego y me voy con mi novio, que está en la calle tronchándose de risa porque a Arancha casi la atropella un Ford Fiesta.

Nos quedamos solos, le beso, me besa, no podemos hacer el amor porque estoy embarazada.
Me late el corazón, fuerte, muy fuerte. Mi vida a la mierda, la suya también; no tenemos ni para pipas menos para pañales.

Despierto a las seis de la mañana pensando que son las doce del mediodía. Otra vez a las siete. Y a las
ocho y media la misma historia. El sueño se entrecorta y siempre aparezco buscando atún y descambiando chaquetas.

Lo último que recuerdo es que las tiendas de ropa desaparecen porque hay un virus llamado "Morfo cero" y que el mundo se termina. Y claro, entre virus inventados, spaguettis con pescado y chaquetas de mujer una no descansa. Os lo dice una servidora.

1 comentario:

Larisa dijo...

La culpa no la tiene Morfeo. Morfeo es un dios menor, uno de los mil hijos de Hipnos. Un soberbio, todo hay que decirlo. Pero le falta creatividad para tener la culpa de esto.

"Mi vida a la mierda". Qué bonito título para una biografía. Mía, por supuesto.

("Y es que empiezo a pensar que el amor verdadero es tan solo el primero / y es que empiezo a sospechar que los demás son sólo para olvidar").

Un abrazo. Otro a los colores del fondo de tu bitácora.