miércoles, 22 de febrero de 2012

El lado oscuro del corazón.

Eso del amor,
que se incrusta con rencores dentro del pecho,
que es tan difícil.
El amor. Hacerlo. Ganarlo.
Cómo amar sin poseer,
cómo dejar que te quieran sin que te falte el aire,
cómo no volver el amor un burdo pretexto
para adueñarse del otro,
para hacerlo tu esclavo;
su vida tuya,
tu vida suya.
Amar sin pedir nada a cambio,
sin necesitar nada a cambio.
Vieja broma.
Dos perros con miedo
y faltos de correa;
la mitad de una naranja
y la parte de una pera
que no encontraron a tiempo sus pedazos
dentro de sí.


Otorgar alas, tarea complicada.
No sale del pecho, nunca.
Cometemos miles de fallos y el más notorio
siempre se esconde entre antiguos arrepentimientos y enfados.
Entre aguaceros.
Nuestro mayor error es pensar tan sólo en lo que nos pasa a nosotros.
Nos parece tan importante eso que sentimos,
que nada de lo del otro puede ser tan importante como lo que nosotros padecemos.
Lo olvidamos. 
Una contradicción profundamente trágica,
una contradicción profundamente humana.
El error más común y descabellado, más doloroso:
querer al otro como queremos que sea y no como es
y para cuando nos damos cuenta del error,
ya es demasiado tarde.

No se puede retroceder.


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