viernes, 30 de diciembre de 2011

Cuando dejo de ser flor, molesto.


Dakota murió un 14 de Abril de 2009. Yo tenía, seguramente, diecisiete años cuando murió.
Antes de que se fuera para siempre, mi padre, ella, Diva (que también se ha ido) y algún que otro acompañante de cuatro patas, íbamos al campo periódico en una mano y chucherías en la otra. Recuerdo una de esas veces en las que, en plena primavera y con los cerezos en flor, me dediqué a coger una de mis flores favoritas: diente de león. Y me regalé un ramo de diez dientes, y otro a Dakota de quince, y otro a Diva de doce...y los soplé. Los desdentaba, si es que se puede decir así. Pedía deseos. Y luego, sin decirles adiós, los tiraba al suelo a pesar de que me daba pena abandonarlos por el simple hecho de que ya no eran bonitos.
Pero no miraba atrás. Mi pena y yo nos íbamos a regalar más ramos, a soplar más deseos.

A veces, pienso (tengo la sensación) de que a la gente, cuando verdaderamente me conoce, le ocurre lo que me sucedía a mí cuando descubría cómo eran los dientes de león por dentro y se van, con lástima, pensando: "no importa, era horrible; algo tan feo no puede ser una flor, algo tan feo no vale la pena." 

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