domingo, 27 de febrero de 2011

Pájaros en la cabeza.



Quizás más que escapar, me evada. O me evapore, no estoy segura.
Suele ocurrir cuando la valentía se escurre entre mis dedos, o los sueños se parten en miles de retazos.

Quizás esté loca de miedo, llena de fantasía o cubierta de melancolía.
Suele ocurrir cuando buscas y no encuentras, o aparece sin esperarlo justo cuando las ganas se esfumaron.

Probablemente si la vida fuera más corta nos pasaríamos media felices y la otra, encantados. No imagino a las moscas jugando a las cartas esperando que ocurra un milagro que las libre del pasado, del desamor o de cualquier rutina cansada.
Eso de que el tiempo es oro y hay que aprovecharlo no debería ser válido para nosotros. 


Necesitaba huir de mis cuatro paredes, de voces alzadas, de palabras malsonantes.

El lugar me daba igual, la compañía no se la dejé elegir al azar. Y de un momento a otro me encontré en “vetetúasaberdónde” con unas pecas dando saltos y unos ojos azabache hurgando en cada rincón.
Me faltó su azul. Me hizo llorar al leer su prosa. Qué fácil es lamentarse.

Rieron, gritaron, saltaron, corrieron, besaron, abrazaron, volvieron a reír, cantaron, suspiraron.
Y yo encontré la respuesta a lo que me falta y lo sencillo que es ponerle solución. Aunque desde dentro todo se ve más complicado.

Me bastaron tres canciones, el sonido de un arroyo y veinte carcajadas para darme cuenta de que debería acabarse eso de abrir las manos de más y de ser estúpida sin límites.
Sobraron cinco resoplidos, una luna a escondidas y ciento cuatro pestañeos para cerciorarme de que yo tampoco sé vivir, estoy improvisando.

.[afortunadamente, todo es más fácil con Ellas].

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