jueves, 8 de mayo de 2014

La la la.

Si me mira la tristeza a los ojos y la ignoro, algo habéis hecho mal. 

En 2009, un "Si yo estoy bien, ¿entonces qué resulta?, ¿no son la empatía y el altruismo fruto del (auto)asco?" y no querer mejorar ni avanzar. Por eso me quedé ese año más al lado de ellas, como si la sensación de soledad de una época anterior justificase el perder el inicio del futuro que perseguía.
Porque lo necesitaba, exclamaba, y porque era mi decisión. No, yo nunca decidí nada, igual que tampoco lo he decidido ahora.

Percibo que he perdido la narrativa, la capacidad de transformar mi pena en palabras y liberarme. Ahora cargo el peso a la espalda y me doy la vuelta, haciendo parecer que no existe. Y verdaderamente logro que no exista. Antaño miedo de que los cambios agriasen mi carácter, actualmente seguridad en que enfrían mi personalidad.

Pero como no soy capaz de expresar la rabia que siento hacia esa panda de hijos de puta aún a día de hoy, mejor un "La la la" por corazón bandera:


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