sábado, 28 de julio de 2012

Tontos muy tontos.



Mi padre siempre ha dicho que darle dinero a un tonto es cometer un error, y tiene razón. Porque el tonto se crece y se piensa que posee independencia, fuerza e inteligencia; que esté solo o no (y que esté loco o no, hay tontos muy chiflados) todo lo que desee lo va a lograr y que los demás no van a interponerse en su camino porque, repito, se creen con virtudes de las que carecen.

Los tontos muy tontos que además son chiflados no sólo se inventan a sí mismos mucho mejores de lo que son, sino que se hacen víctimas de todos aquellos que le rodean. Son destructivos, lobos con piel de cordero. Ellos siembran mal a su alrededor y esperan no recogerlo porque no lo ven; el día que el mal sembrado aparezca resultará que no es suyo, sino tuyo. O de tu prima la del pueblo, quién sabe.

Los tontos muy tontos que además son chiflados suelen andarse con amenazas e insultos, gritos. Se les llena la boca de "hijos de puta" y de "yo te mato", de mierda pura que regalan sin miramientos por doquier. Las manos las cargan de violencia y basta que pases a su lado para que intenten hincarte las uñas en la piel o arrancarte tu hermosa cabellera.

Los tontos muy tontos que además son chiflados no quieren ser felices, o eso aparentan. Están tan ocupados humillándote y destruyéndote que se olvidan de su propia felicidad. A veces la rozan: cuidan su autoestima, la familia y amigos los adoran y se preocupan por su vida más que por la tuya (por destrozarla, claro, ellos se preocupan de destrozarla). El problema es que acaban cediendo a sus impulsos culebroneros (término con el que hago referencia a esas personas que se pasan toda su existencia comportándose como si protagonizaran una telenovela venezolana) y vuelven a las andadas.

Los tontos muy tontos que además son chiflados cansan, agotan, asesinan la paciencia. Y llega un momento en el que o escapas o explotas...¡o acabas como ellos!

Yo a mis años de niña pequeña que jugaba con muñecas, lloraba porque la familia de mi madre está llena de tontos muy tontos que además son chiflados; mi abuelo es el peor, aunque mi madre, mi abuela y una prima segunda no se quedan cortos (el resto andan ahí, ahí en la cuerda floja...).
Yo lloraba porque mi padre era cruel y, aunque de broma, me decía que yo acabaría como mi madre o como mi prima o como cualquiera de esa familia extraña con apellido de árbol. "Yo no quiero, papá, ¡no quiero!", exclamaba angustiada, "¡quiero que te busques una novia veterinaria!". Entre sus risas y mis llantos se acababa la discusión.
Ahora que mi madre posee dinero y, por tanto, se cree con poder* no cesan en mi cabeza esas ridículas conversaciones que mantenía con mi padre ni las veces que me irrité creyendo que yo sería su vivo reflejo, su viva imagen (pero con menos tetas). Aún me asusta. Aguanté muchas estupideces por su culpa, crecí a través de mi propia autodestrucción y todavía le guardo rencor por aquel año que se quedaba junto a aquellas escaleras, a unas cinco calles de mi colegio, cuando esas niñas asquerosas buscaban "jugar a las palmitas" con mi cara cada día a la salida del colegio.

Mi madre es una tonta muy tonta que además es chiflada.
Pero la paciencia tiene un límite y eso ya lo sabemos todos.



*Una persona en su sano juicio no se creería más guay ni más poderosa ni fuerte por tener cuatro euros en el banco, pero hay gente así de tonta que sí, que porque le den cuatro duros ya se ve como un multimillonario que puede despreciar a los demás.
*Esta entrada está patrocinada por mi salud mental, que agradece enormemente que la haya escrito. Porque un día de estos yo me vuelvo tó loca. 

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