miércoles, 13 de junio de 2012

Una chispita de mala leche.

Últimamente vivo entre apuntes; entre apuntes y meados de mi perro (esto menos, gracias a mi madre), lo que significa que mi humor cuando estoy en casa suele ser entre bajo e inexistente. Ya de por sí estar en mi habitación morada y pistacho es horrible y desesperante, pero cuando no me queda otra que hacerlo acompañada de miles de folios es incluso peor.
Digamos que me exaspera. Y digamos también que cualquier cosa se vuelve muchísimo más interesante cuando tienes que concentrar todos tus sentidos en comprender, aprender y memorizar: el aleteo de un moscardón, los gritos de los albañiles, el gato de la vecina, dibujar unicornios que poseen chalets con piscina, pensar...En especial esto último. Bueno, y lo de los dibujos.
Como mi forma de ser dista mucho de parecerse a la de una chica de veinte años centrada, madura y con las cosas más que claras, suelo darle más de tres vueltas a la idea de mi futuro. Sí, vamos, eso de "¿y qué voy a hacer yo con mi vida, Virgencita del Pompiyo? Mira, mira, mira...mi novio, el negro ese, me buscó un cursillo de auxiliar de veterinaria ¡y yo amo a los animales! Pero tía, están de caros los cursos...y a mi perro le faltan un montón de mesezacos para que yo pueda ganar dinero a costa de sus polvazos...así que tía, no sé qué hacer. Quiero apuntarme pero mientras tendré que continuar haciendo algo. La carrera barata no es...y yo no quiero prostituirme...y Virgencita del Pompiyo mía, la gente que hay es imbécil y me irrita y...puf. Los grados superiores no me llaman la atención...Jo, Virgencita, no sé qué hacer...Yo lo que quiero es rascarme mi hermoso chirri mientras veo series y devoro palomitas del Mercadona, jo...". Todo eso pienso yo en un rato, más tarde en otro, y en otro, y en otro...Siempre para llegar a la misma conclusión: como no sé qué camino escoger, prefiero tocarme el ombligo.
Claro que la idea a largo plazo no resulta agradable. Me imagino deprimida, sola y con treinta gatos sordos (los perros me aportan demasiada compañía y evitarían mi depresión).
Me gusta la idea de trabajar, de emplear mi tiempo en algo interesante mientras me pagan; claro que fijaos a vuestro alrededor y ahora decidme: ¿verdaderamente creéis que doblar camisetas y reponer shorts con encajes es interesante? ¿Divertido? ¿Aporta algo? No, seamos sinceros, ¡no! Así que mi gozo en un pozo. Yo es que soy un tanto delicada (y burguesita) y lo quiero todo. Hombre, si me sale un curro yo quejarme no me quejaré, pero que ya se sabe uno cómo pensamos la juventud...

Sinceramente, mi futuro es lo que más me cabrea. Pensar en él me pone de muy mala leche y como es lo que más hago estando encerrada entre estas cuatro paredes, la cosa siempre va a más; cuando mi cabeza se cansa de darle rodeos al temita, pasa al siguiente: que puede ser cualquiera. Generalmente, pienso en peleas (sí, para animarme el ánimo): en cosas que no dije o no hice en X enfrentamiento con quien fuera (puede que "quien fuera" no esté ya ni en mi vida, claro que a mí me da todo igual). Me concentro y me imagino la situación; cómo respondería ahora, qué haría...Todo la mar de divertido. Hasta que mi mala leche comienza a evolucionar un poquito. Entonces, paso a otros asuntos de mayor calibre, como mi madre. Peor, peor, peor...Mi prima y sus tetas, o mi tía Yolanda y su forma de criar a esos demonios que tiene por hijos. Mi cuñado, a veces. La universidad, los imbéciles de mi clase, mis amigos. Los suyos. En todo. Vamos, que me monto yo ahí un popurrí bueno. Tan, tan, tan bueno...que la única forma de calmar mi enfado es ponerme canciones asquerosas que ni me gustan ni nada para que sustituyan en mi mente a los motivos de mi cabreo; eso o escuchar canciones Disney.

En estos últimos meses he notado que, a causa de mis encerramientos (siempre involuntarios), ha ido aumentando mi mal carácter. Antes sólo aparecía con mi familia, ¡ahora no hay quien me pare, habéis despertado a la furia del dragón!
No veo nada de malo en ello, no lo negaré. Siempre y cuando no salga por estupideces, eso ya son palabras mayores. Gracias a él me defiendo y digo las cosas más claras (y bordes) si cabe; más sarcásticas, más...yo. Y eso es divertido, al menos para mí cuando lo recuerdo (sé que el resto no opina lo mismo).
El problema que veo es que a ver si de tanto darle de comer a mi mala follá luego no hay quien la pare y me vuelvo (aún más) insoportable...¡Así que dejad de despertad la furia del dragón y sacadme y dadme un trabajo digno y mucho dinero y un piso en Novosur o en alguna zona bonita con jardines y piscina y pista de tenis y un gato que oiga, joder! ¡¡Y GRATIS!!

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