lunes, 25 de julio de 2011

Salirse de ese molde.



Una vez, en aquel parque, ella vino con su gracia natural a hacerme sonreír. Digo yo, vamos, porque se esforzó más que nunca en que mi cara de niña estúpida hiciera una mueca de felicidad o algo similar. Yo estaba triste, o enfadada, o cansada, o las tres cosas juntas porque no había conseguido alcanzar mi meta y las cosas se habían torcido algo más de lo previsto; así que vino, sí, con su gracia natural y sus grandes ojos y formando ese remolino moviendo su cadera al caminar.

Se tumbó a mi lado y me dijo que todo el mundo es especial, ¡que sonriera! Que todos lo somos, “joder”. Y fui yo y le pregunté por qué y va y me responde la americana de pega que “¿por qué va a ser?, porque todos somos héroes, amantes, locos, villanos; todos, todos lo somos, porque todos tenemos nuestra historia…”

Hoy voy y recuerdo ese sinsentido al que le respondí peor que nunca y mejor que mañana, que es que eso está bien cuando eres un niño, cuando te hacen creer a ciegas que tienes tu lugar en el mundo y que vales algo. Que eres diferente y único a los demás. Hasta que creces y maduras y ves a un montón de hombres con traje que se mueven igual, hablan igual y piensan igual. Y entonces comprendes que no hay nadie diferente. Ni siquiera una cosa única. Porque el mundo es tan, tan grande y hay tantos millones de personas que todas tus “cualidades” únicas, están muy, muy repetidas ya. Y se te cae la venda y el mundo se vuelve color gris: eres igual a toda la mierda que te rodea.

…Hoy voy y recuerdo que me hizo una mueca de disgusto y amenazó con irse cinco minutos si no cambiaba de opinión. Al final no lo hizo, ni yo cambié de parecer; aunque esta mañana, creo, llegué a pensar que ella tenía un poco más de razón que yo.

Así que sonreí con mi cara de niña estúpida nada más levantarme, sintiéndome diferente y especial y única y a saber cuántas estupideces más. Como si eso fuera verdad, como si yo misma tuviera algún tipo de valor en el mundo o para alguien. Así que sonreí...Porque no se necesitan razones para ser feliz, te levantas por la mañana y sonríes, que algunos días empiezan así...

martes, 19 de julio de 2011

'Wouldn't Change a Thing'



Te mostré mi barrio, mis bares, mi vida. Te presenté a mis amigos. A mis padres. Te escuché mientras soñabas. Tus esperanzas, tus canciones, tus deseos. Tu pasado. Y tú fingiste escucharme. Mi alemán, mi japonés, mi francés. Te regalé mi cuerpo, y tú una cama. Entonces, me besaste. Pasaron diecisietes. El tiempo voló, el tiempo se fugó. Y aquello era tan simple, tan fácil. Te acurruqué entre mis brazos. Te quise. Te incluí aquí dentro. Me sentí libre. Nuevo, diferente, para mí. Y me llevaste al cine. Fuimos a otro lugar. Nos besamos en un parque. Y aquello era tan simple. Fuimos de compras. A Madrid. A tu interior. Reímos y lloramos. Viceversa. Te quise, tú a mí. Peleamos. Sufrimos. Gritamos sin razón, con razón, olvidamos. Un único perdón. Estudiamos. Fingimos. Escuché tus sueños, tus esperanzas, tus canciones, tus deseos. Me abrazaste. Y aquello era tan simple. El tiempo voló, el tiempo se fugó. Escuchaste mi música, acariciaste mi voz. Estábamos unidos. Tan unidos. Cada vez más unidos. Fuimos de compras y al cine. Fuimos a otro lugar. Fuimos a las estrellas. Reímos y lloramos. Sufrimos y gritamos con razón, sin razón. Te quise, tú a mí. El tiempo voló, el tiempo se fugó. Y aquello era tan simple, tan fácil…


…y aquí seguimos hoy los dos.

domingo, 17 de julio de 2011

6:20 A.M.



-Me…¿me harías un favor?
*A ver, desembucha –susurró entre risas.
-Pero…tienes que prometérmelo. Si no, no sirve de nada.
La miró. Se miraron. No entendía.
*Venga, vale…
-Por favor…
*…
-…abre los ojos.
*… 
-¿Me lo prometes?

Y no hubo respuesta.

······························

Un reloj marcando las seis y veinte de la mañana. Amaneciendo al otro lado de unos naranjos, mientras unos gatos se dedicaban a corretear por la zona buscando algo que llevarse a la boca.
Y el perro que ladra.

Él se agobia. Ella se fue, llorando. Ellos parecen disfrutar. Él siente vergüenza. El azabache de sus ojos, cansado, parece llorar por dentro. Y el café llora por fuera, escondiéndose.
Noche de anestesia. Calma dolores, mas causa estragos en los sentimientos que van y vienen.

Rara. Noche rara.
Porque cuando hay algo quebrado en el corazón, algo también se quiebra en la cabeza.
Quizás el sol no deseó salir para todos.

viernes, 15 de julio de 2011

Fragilidad.


Cada vez se daba más cuenta de su fragilidad. Ésa que no había vuelto a aparecer, ésa que regresaba con una pícara sonrisa. Ésa.
No iba por buen camino; le insistía constantemente una vocecita en su cabeza que los errores cometidos no deben cometerse de nuevo. Las lecciones aprendidas, aprendidas están. Entonces, ¿para qué repetirlo?


Aferrarse a clavos ardiendo, condenar el alma y los sentimientos a inseguridad constante. Y los "basta" dejando de tener efecto...
Hasta que se asoma a la ventana y el cielo de noche se abre cuan caja de Pandora...
Con respuestas. Suyas. De nadie más.
                                                                                                                                ...y que no agradan.

domingo, 10 de julio de 2011

Metamorfosis



*Últimamente, pienso en no pensar. Pienso en pensar en no pensar. No duermo, no lo suficiente, no del tirón. Mi estado de ánimo lo deciden canciones. Veo sus rostros en otros rostros, pero nunca el mío. Busco constantes distracciones que se pierden por el camino. Se me va la pinza. Me autocompadezco y luego me arrepiento. Pienso en lo que dije y en lo que callé. Euforia. Bajones. Hacía siglos que no sentía esto.
-¿Y qué es?
*Me siento…sola. Soledad. Es ella.
-¿Sola? ¿Ahora? A ti te gusta estar sola.
*¿A quién le va a gustar eso?
-No me lo preguntes a mí, tú presumías de ello. De que daba igual si había o no alguien ahí porque tú siempre estabas bien, con una sonrisa de oreja a oreja. Aunque no hubiera a quién dedicársela, sólo a ti misma.
*Eso es lo peor…Mucho peor que la soledad, que no encontrar el camino. Es una profundidad peor, sí. Porque es el miedo. No yo, si no el miedo.
-No te sigo…
*Tengo miedo. No sé dejarme llevar por lo que siento y todo lo racionalizo; no voy bien. Me propuse dejarme llevar, es más, se lo prometí a la chica de los ojos azules y…¡já!, aquí estoy, igual que antes. Por eso estoy, me siento, procuro estar sola; confiando ciegamente en que por arte de magia vuelva a ser fuerte, segura, quien yo soy. No esto.
-¿Tan malo es eso?
*¡Es obvio que sí! No puedo tirarme toda la vida pensando cada estupidez que desee realizar, no puedo tirarme toda la vida con miedo de meter la pata…Hay gente ahí afuera, ¿sabes? Que a veces me espera, me echa de menos…me quiere, digo yo. O algo similar. Y yo no puedo hacerles felices porque no me dejo, y tampoco les dejo a ellos. Vivo imaginando mentiras de papel, construyendo castillos de arena en el aire. Respiro creyendo que en el fondo, no hay nadie ahí…
-Voy pillando por donde van los tiros…¡Pero qué estúpida eres! Con perdón. ¿Lo que te ocurre es que tienes miedo de perder? Perderla, perderlo, perderlas…¿De que llegue un día en el que ¡pum!, todo vuelva a ser como fue? ¿Es eso a lo que te refieres? Normal que te sientas sola, entonces. No te dejas a ti misma ver que detrás de tu mierda existe algo más. No lo entiendo, Mika, ¿y esto ahora por qué? ¿Tan perdida estás que ni siquiera sabes encontrarte a ti misma?
*Probablemente… ¿Qué hago?
-Llorar no, por supuesto. O sí. Bueno, no…Bueno, haz lo que sientas. Sentir, ¿escuchas? S-E-N-T-I-R. No pensar, en el corazón la razón es una intrusa. ¡Échala, coño! Usa tu cabal cabecita para lo necesario y aprende a escuchar y tomar decisiones con algo que no sea esa señorita sabelotodo insoportable. Y encuéntrate.
*¿Cómo? No es tan fácil, ¿sabes? Y menos aún cuando, a parte, te sientes imbécil por tanta estupidez absurda.
-Metamorfosis.
*¿Meta…morfosis?
-Sí. Del mosquito más tonto de la manada. Del murciélago que no vuela. Reacciona, abre los ojos, pregúntate qué quieres…No hay mucho más que decir, porque la que sabe cuál es el camino exacto para ser Tú no soy yo precisamente. Siempre es agradable estar contigo, Mika, cuando no te estás comportando como una idiota.

viernes, 8 de julio de 2011

Naranja y Negro.



Cuánto odia Ella ser dependiente…

Cada mañana se dedica a odiar un poquito más los cielos naranjas. Esos del atardecer. Y el que viene después, con incontables luces.
No sabe por qué, la hacen sentir viva y vacía a la vez. La culpa es de Ella misma, eso sí; porque últimamente se siente sola y mira al cielo. Porque cuando no puede dormir, mira al cielo. Y así constantemente. Hasta que el naranja y el negro han cobrado el sentido de “sin compañía y sin sueño”, respectivamente.

Le falta algo. No sabe el qué.
“Ellas”, se dice. “¿Él?”, se pregunta.

Lo gracioso del asunto es que no se han ido ninguno, al menos no del todo. Como mucho sólo una parte. Y con esa parte, se han llevado un pedazo de Ella, de su frágil estructura. Lo suficiente como para echar de menos y dejar al descubierto ese vacío que siempre esconde bajo música, bajo voces, bajo el sonido de la radio, bajo la televisión, bajo…bajo lo que sea que la haga sentir como si hubiera alguien ahí, a su lado. Que no sean las paredes las únicas que le hacen compañía.
Se ha vuelto dependiente. Más y más. ¡Y cuánto odia Ella ser dependiente!

Tal vez sea por eso por lo que trata de alejarse con tierra de por medio, confiando ciegamente en que un poco de distancia devolverá los pies a su desequilibrado mundo. Como si de esa forma, por arte de magia, los cielos fueran a desaparecer. Como si por esa razón, dejarán de ser suyos para pasar a ser de “quien los quiera”. Como si…

En el fondo sabe que no. Y le duele.
Porque en el fondo sigue queriendo asomarse a la ventana cada día para estar un poco más cerca de Ellas, de Él.