viernes, 8 de abril de 2011

Otra.


Rebusqué entre los cajones resquicios de algún paraíso y sólo encontré fotos en blanco y negro. Me pasé tanto tiempo mirando de reojo al ayer que ahora se me olvidó cómo mirar de frente al presente. Y me toca pagar las consecuencias. No me extraña, si en Abril me da por abandonar al optimismo y al positivismo a su suerte. Deseo marcharme y quedarme a solas con la luz encendida, pero tengo miedo de que no me echen de menos. Y no pueda volver. Por eso convierto la cama en un mecanismo de tortura mientras me olvido del descanso. Hasta que me olvido de quién fui. El reloj sigue marcando un "tic-tac". Me quedo parada pensando que la nada es la respuesta todo, o que nunca hubieron preguntas para empezar. Pero me canso y vuelvo a recordar quién era. Entonces me frustro. Y todo le da la vuelta al viceversa. Entonces me harto. Y tomo la decisión más irracional de todas. Que tengo que irme, ¡me largo! Me voy. Me marcho, pero me marcho a ser otra.


Me marcho a volver a ser Ella. 

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