viernes, 1 de agosto de 2014

¡A por todas y a por ninguna!

Creo...creo que se me ha metido un Tuenti en el ojo.


Querida Mika, esa que tenía diecisiete inocentes años: ojalá te tuviera enfrente. Ojalá existiera una máquina del tiempo para poder regresar atrás y meterte esa hostia en la cara que tanto te mereces. ¡¡Cabezota, idiota, irresponsable!! No me valen tus excusas, se acabó. Me da igual lo que sucediera, cómo estuvieras y lo que desearas en ese momento, porque ahora la que se jode soy yo.

Si viera esas fotografías y pensase: "Qué maravilloso todo. Tan bonito y precioso. Ay, señor, que me muero del gusto de ver esas imágenes tan hermosas y esos estados y esos todo. ¡Oh, mis queridos contactos, cuánto tiempo! Gente a la que adoro, caracoles, ¡qué perfecto!", pues mira, diría que mereció la pena porque a lo mejor a los 20 moría atragantada por un pionono y oye, la vida hay que vivirla un poquito. Pero es que las veo y me dan igual, miro mis contactos y me la refanfinflan, pienso en lo que podría haber hecho y me doy cuenta de que fui tonta del culo. Es decir, estuvo bien, aquello fue divertido...pero se acabó ahí. Efímero e insustancial, no me ha aportado más que recuerdos y ratos amargos porque las personas vienen y van y a mí se me ha quedado un sabor agridulce de verme aquí, envuelta en mi presente, sin querer pensar en nadie. Sin apetecerme vínculos ni intimidad, rehuyendo y no por miedo. Lo que se traduce en ser una huraña, lo que se traduce en ser un típico personaje de serie típica americana molonga que enamora a todos los pardillos que la ven porque la protagonista es un mal bicho con un pasado raro y cruel y una personalidad más rara y cruel (con ella misma) todavía. Qué cuadro.

Tan sumamente calculadora, pragmática y racional...Así era, así soy, así me definiré toda mi vida y en esos momentos, me dejé llevar por una cosa llamada "El Pavo" (lo escribo en mayúsculas porque es algo muy, muy, muy grave) y me toca pagar "El Pato" (también en mayúsculas porque es algo aún más grave, si cabe).

Querida Mika, desearía que hubieras aprovechado todas tus opciones. Aunque ni siquiera lo imaginabas, estaban al alcance de tu mano; incluso, fíjate, me aventuraría a decir que desearía que hubieras abandonado aquel lugar, lo que significaría no responder a los consejos de Silvia, y haber invertido tu tiempo en algo de provecho. Probablemente, con la que nos está cayendo, bonita, estarías agradecida (te lo digo yo, que soy tu tú de 22 años).

Me arrepiento, sí. Porque mi cabeza está repleta de fechas, personas, frases, opiniones, advertencias, llamadas de teléfono, mensajes de texto, correos electrónicos, quedadas a deshora, borracheras, cuartos de baño ajenos, cervezas, gominolas, abrazos, desplantes, mentiras -a medias y a cachos-, corazones, bocadillos, lugares, autobuses...y nada de eso me sirve para escapar de aquí, con la cabeza en alto y los hombros hacia atrás, el día de mañana.

Estoy perdida, Mika. Confusa y perdida, asustada, sola ante mis decisiones. Me da pavor equivocarme otra vez. No  pretendo una nueva derrota, necesito un comienzo que me encauce y, en estos instantes, con la disyuntiva entre una elección y otra, con la disyuntiva entre arriesgar o permanecer quieta, con el orgullo machacado de no haber logrado algo por lo que aposté, con el dolor de sentirme imbécil por perseguir algo que no iba a hacerme feliz, con las escasas ganas de aventurarme y con el desconsuelo de perderla...no sé qué hacer. Agosto se va a hacer largo en cuanto se me acaben las ideas. Ahora sólo me queda enmendar tus errores, dentro de mis posibilidades, y mirar hacia adelante no sea cosa de que la de 25 o 27 me escriba una carta del estilo cagándose en mi estupidez.

Mika, tu puta madre.

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