sábado, 22 de diciembre de 2012

Nochmals.

Deseaba comenzar las Navidades dándole vida a su recuerdo y me encuentro escribiéndole prosa a una put...a una estúpida.
Felicidades, Miss Cobardía. 
Busco tus razones, tus motivos. Sé que los hay. Y también otro camino, ¿sabes? Me agota esta situación y me paraliza; más importante para mí que encontrar la felicidad es hallar paz y aquí no la voy a tener nunca. 
Si no demostráis, yo tampoco.

Se me ha acabado la bilis que necesitaba dejar escapar entre los labios.
Lo único que quiero es echarte fuera de aquí. Que te vayas, por favor y que si hablo vaya decente la realidad, la vida. Aunque me toque madurar de golpe y porrazo y pedirle a alguien que me de más el brazo que la mano.

¿Tan difícil es renunciar a algo que ya no quieres? ¿De verdad? ¿Por "el qué dirán", un fajo de billetes? ¿o qué? ¿De verdad? No lo entiendo. 

viernes, 21 de diciembre de 2012

Regalar una vida por Navidad, por un Año Nuevo.


"No compres ese perro.

No seas imbécil. Ni desaprensivo. No hagas posible que dentro de unos meses algunos te mentemos a la madre al cruzarnos con el resultado de tu indiferencia y tu estupidez. Piénsalo mucho antes de dar el paso irreversible; de complicarte una vida que luego pretenderás solucionar por el camino más fácil. Aún puedes evitarlo. Impedir que te despreciemos, e incluso despreciarte a ti mismo cuando te mires en el espejo. Ya sé, de todas formas, que el autodesprecio es relativo. Tarde o temprano, hasta con las mayores atrocidades en la mochila, siempre nos las apañamos para ingeniar coartadas, justificaciones. Conozco a pocos que, hagan lo que hagan -desde faenas elementales hasta cargarse al prójimo-, no acaben durmiendo a pierna suelta tras unos pocos ejercicios de terapia personal. Aun así, permite que te lo explique antes de que ocurra, primero, y después se te olvide. Resumiendo: intenta no convertirte, innecesariamente, en un hijo de la gran puta.


Sé que tus niños quieren un perro. Que les hace una ilusión enorme y te dan la matraca desde hace mucho. Que tu hija, por ejemplo, te hace babear cuando te abraza y pide una mascota. O que te acabas de separar de tu legítima, y crees que regalándole al crío un animal, y paseando con él los fines de semana, podrás recuperar el terreno perdido, o no perderlo en el futuro. Hay mil razones, supongo. Un montón de circunstancias por las que has pensado comprar un perro estos días, para tus hijos. O para tu mujer. Tal vez para ti mismo. Un perro en casa, por Navidad.


Déjame contarte, porque de eso sé algo. He tenido cinco perros, así que calcula. Y no hay nada en el mundo como ellos. No hay compañía más silenciosa y grata. No hay lealtad tan conmovedora como la de sus ojos atentos, sus lengüetazos y su trufa próxima y húmeda. Nada tan asombroso como la extrema perspicacia de un perro inteligente. No existe mejor alivio para la melancolía y la soledad que su compañía fiel, la seguridad de que moriría por ti, sacrificándose por una caricia o una palabra. He dicho muchas veces que ningún ser humano vale lo que un buen perro. Cuando uno de nosotros muere, no se pierde gran cosa. La vida me dio esa certeza. Pero cuando desaparece un perro noble y valiente, el mundo se torna más oscuro. Más triste y más sucio.

Es muy posible, naturalmente, que aciertes. Que, tras pensarlo bien, tomes la decisión y asumas las consecuencias con feliz resultado. Que comprar un perro para tus hijos, para tu mujer o para ti sea un acierto. Que su compañía cambie vuestra vida para bien. Que os haga más conscientes de ciertas cosas. A menudo, un perro acaba haciéndote mejor persona. Te hace sentir cosas que antes no sentías. Sin embargo, no siempre es así. Un perro en el lugar inadecuado puede volverse un drama. Una incomodidad para ti y los tuyos. Y una tragedia para él.


Permíteme imaginar lo que podría ocurrir. Que vayas a la tienda, elijas a un perrito delicioso, y eso te valga gritos de alegría y besos familiares. No hay nada tan simpático como un cachorrillo. Al principio todo serán incidentes graciosos y situaciones tiernas. Luego, si vives en piso pequeño o lugar inadecuado, las cosas pueden ser diferentes. Un perro exige cuidados, gastos, paseos, limpieza, comida. No aparece y desaparece cuando conviene. Es un miembro de la familia con derechos y necesidades, que exige pensar en él cuando se planean vacaciones, e incluso una simple salida al cine o a un restaurante. A eso añádele la educación. Un perro mal educado puede convertirse en una pesadilla familiar y social. Además, cada uno, como las personas, tiene su carácter. Punto de vista y maneras. Eso exige un respeto que no todos los humanos somos capaces de comprender.


A estas alturas, sabes dónde voy a parar. Si eres de esa materia miserable de la que estamos hechos buena parte de los seres humanos, acabarás abandonándolo. Un viaje en coche a un campo lejano, una gasolinera, una cuneta. Abrir la puerta para que baje y seguir tu camino, acelerando sin atender los ladridos del chucho que correrá tras el automóvil hasta quedar exhausto, desorientado, incapaz de comprender que su mundo acaba de romperse para siempre. El resto no hace falta que lo detalle, pues lo sabes de sobra: él nunca lo haría, y todo eso. Los niños preguntando dónde está el perrito, papi, y tú oyendo aún esos ladridos que dejabas atrás. Avergonzado de ti mismo, o tal vez no. Ya dije antes que un rasgo del perfecto hijo de puta es arreglárselas para que sus actos acaben por no avergonzarlo en absoluto. Así que voy a pedirte un favor. Por ti, por mí, por tus hijos. Antes de ir a la tienda de mascotas esta Navidad, mírate al espejo. Y si no te convence lo que ves, mejor les compras un peluche."

Por Arturo Pérez-Reverte.

viernes, 14 de diciembre de 2012

'Don't forget.'

Se va acercando el veintitrés del doce. Lo noto más por las noches porque es cuando más latente se hace tu ausencia.
Casi un año sin ti y yo aquí, como una niña, pidiendo perdón.
Te juro que te lloré, te juro que te lloro, te juro que te lloraré.
Eras tan importante...Tanto como ella.

Te prometo, y espero que sea ese preciso día, que te escribiré y te contaré cómo se fueron King y Silka, quiénes son Ra, Leónidas y la blanquita con manchas que parece un dálmata amorfo. 
Qué sentí cuando te fuiste y cómo me sigo acordando de ti, a mi estúpida manera.
Algún día te llevaré en la piel junto a Dakota; eso también te lo prometo.

Lamento haber sido una inútil. Se fue y yo estaba muy, muy triste...y no supe ver que tú también, y que estabas igual de sola que yo. 
Lo siento mucho, mi vida. Es tut mir sehr Leid, meine Diva.

Te amo, preciosa. Ojalá hubiera sabido quererte como te merecías.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Timekeeping.

"Intenta imaginar una vida sin tiempo.

Probablemente te resulte imposible. Conoces el mes, el año, el día de la semana en el que te encuentras. Hay un reloj en la pared de tu habitación o en el salpicadero de tu coche. Tienes horarios, calendarios, una hora para la cena y otra para ver una película.
Sin embargo, todo lo que te rodea ignora el tiempo. Los pájaros nunca llegan tarde. Un perro no mira su reloj. Un ciervo no se preocupa del paso de los cumpleaños.
Un hombre, solo, necesita medir el tiempo.
Un hombre, solo, necesita que se sucedan las horas. 
Y, a causa de esto, un hombre, solo, sufre un paralizante miedo que ninguna otra criatura padece:
El miedo de que el tiempo se agota demasiado rápido."

lunes, 3 de diciembre de 2012

Imantada.


No me gustan las relaciones sentimentales porque implican involucrarse sentimentalmente.
Porque significa pelearse y reconciliarse, ponerse de acuerdo, compartir gustos, cuidarse, quererse, follarse. Y yo no sé de amor, de sexo.
No sé mirar por mí, voy a mirar por ti.
Hasta que un día conoces a alguien y te deja poner un CD en el coche de su hermana camino a Málaga con canciones horteras y no le importa aunque sean tres horas de viaje. O sepa que en Facebook tienes a veinte mil asociaciones de animales y que te propusiste sacarte el carnet de coche para ser voluntaria y no te llame "loca". O que se acerque Selectividad y sin tú decir palabra se ofrezca a abrir los ojos a las cuatro de la mañana para llevarte...y esperarte allí media mañana. O que no le importe que pienses que su tía es imbécil. O que sea capaz de hacerle pintadas a una parte de su pasado sólo porque tú estabas tan tremendamente insegura de que eras difícil de querer, o tan horriblemente segura de no ser especial. O que aguante a tu madre. O a mí con dolor de cabeza.
Yo veía el amor como follar en cualquier momento en cualquier lugar sin tener que buscar el quién. Pero para follar había que dar confianza a cambio.
Si no me la entregabas, asegurabas cada sábado noche en soledad o en compañía de cualquier zorra de discoteca.
Hasta que llegó alguien que me dio tardes de Jazz y yo a cambio un perro con un chichón; mañanas de sexo, yo tostadas sin molla; pollo al curry, yo tarta de "sobaos".
Hasta que se abrió y yo me abrí.
Y si se va, me cierro.

Supongo que el amor no consiste en follarte a alguien en el coche mientras escucháis voces de fondo, sino en con quién te quieres levantar a la mañana siguiente hecha un desastre y prepararle el desayuno. Sí, supongo que es eso.