miércoles, 17 de octubre de 2012

Me pesas.

Cuando era una niña perdonaba. Y si podía, olvidaba a medias. Guardaba las cosas dentro de mí y me liaba en una manta de llantos. No me expresaba, pero tampoco me callaba en mi interior: un revoltijo de sentimientos que me ahogaban.
Tenía otras preocupaciones, así que no era capaz de centrarme en una sola. Siempre me asfixiaba.

Ahora tengo veintiún años. No hay más preocupaciones salvo mi futuro y porvenir. Soy madura a mi manera y se me ha olvidado cómo perdonar. No me he vuelto rencorosa pero tampoco imbécil; no voy de samaritana por la vida (ni lo pretendo).
No cargaré con la culpabilidad ni con el peso de mi conciencia ocurra lo que ocurra en todos los años que siga viva y coleando, menos aún cargaré con perdones que no siento.
No voy a permitirme odiarme (asquearme) a mí misma porque tú, antaño, lo lograras con cualquier hecho o palabra. Ni compadecerte. ¿Ponerme en tu lugar?, ¡venga ya!

No. C'est fini. Ahora tengo veintiún años y sé, a mi manera, quién soy y qué, y a quiénes, quiero a mi lado.
Y sé que a ti no, nunca, jamás. La poca autoridad que tenías sobre mí se ha acabado.
Déjame cargar con la bella ligereza de no volver a incluirte en mi vida.

Vete a la mierda. Tú y tus mentiras.

sábado, 6 de octubre de 2012

El discurso de Stanford.


"...Lo diré otra vez: no puedes conectar los puntos hacia adelante, sólo puedes hacerlo hacia atrás. Así que tenéis que confiar en que los puntos se conectarán alguna vez en el futuro. Tenéis que confiar en algo: vuestro instinto, el destino, la vida, el karma, o lo que sea.
Esta forma de actuar nunca me ha dejado tirado y ha marcado la diferencia en mi vida.
(...)
Tenéis que encontrar qué es lo que amáis. Y esto vale tanto para vuestro trabajo como para vuestros amantes.
El trabajo va a llenar gran parte de vuestra vida y la única forma de estar realmente satisfecho es hacer lo que consideréis un trabajo genial. Y la única forma de tener un trabajo genial es amar lo que hagáis. Si aún no lo habéis encontrado, seguid buscando. 
No os conforméis.
Como en todo lo que tiene que ver con el corazón, lo sabréis cuando lo hayáis encontrado. Y como en todas las relaciones geniales, las cosas mejoran y mejoran según pasan los años. Así que seguid  buscando hasta que lo encontréis. 
No os conforméis..."

Cada mañana se miraba al espejo y se preguntaba: "Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer hoy?" y si se respondía "No" durante varios días seguidos, sabía con certeza que algo debía cambiar en su vida.
Porque todo, cualquier miedo o inseguridad, vergüenza o fracaso, se desvanece ante la muerte y queda lo realmente importante.
Él mismo estuvo cerca de la muerte, hasta que la esquivó y ésta lo volvió a alcanzar. Para siempre, lo alcanzó para siempre. Mas no puede arrepentirse, no fue una de esas personas que se dejó guiar por las opiniones de los demás o se abandonó a las expectativas de otros, no vivió otra vida diferente a la suya ni renunció a lo que deseaba.
Permaneció hambriento y alocado. Así proclamaba que había que continuar: hambrientos, locos, seguros de cada paso aunque asuste.

Porque todo lo demás es secundario. Y yo creo que jamás un grupo de palabras unidas de forma tan banal, un grupo de historias tan triviales sobre lo que le ocurrió a un hombre "cualquiera", pudiera alentarme tanto a buscar verdaderamente qué es lo que quiero.

iThank you, Steve.

martes, 2 de octubre de 2012